A las puertas de la Semana Santa del año 2002, no podemos pasar por alto una nueva y emotiva efemérides para la Hermandad del Huerto. Acontecerá, si Dios quiere, la 25ª salida procesional de nuestra Madre Candelaria. Allá por el año 1978, tuvo lugar tan importante hito en la historia de nuestra cofradía. Con tan solo siete años, el que suscribe, acompañó vestido de esclavina a nuestros titulares escoltando, precisamente el estandarte simpecado. Aquel año los niños de esclavina fueron novedad (salieron por primera vez y tan solo dos).Los veinticinco años de andadura del paso de la Candelaria son también mis veinticinco años participando en el desfile procesional y ambas cosas son un orgullo y motivo de satisfacción por la devoción que siento por mis queridos titulares, emanada de la que mis padres me supieron inculcar fiel a la tradición de las familias cofradieras, en las cuales se afianzan las raíces de las devociones más profundas y sentidas.
Los recuerdos de aquella primera estación de penitencia más acumulados de nostalgia indeleble, de tristeza por el transcurrir implacable del tiempo, pero sobre todo de ilusión, la ilusión de un niño tocado en el corazón por una inmensa felicidad y que vivió muy de cerca los sentimientos de quienes, con todo el amor del mundo reflejado en una entrega obsesiva, preparaban esta, esa, aquella primera salida. Aquel Domingo de Ramos por la mañana, postrados delante de los pasos recuerdo los rostros extasiados de los hermanos agotados por el esfuerzo de última hora que veían, como una madre cegada en sus retoños, tan solo belleza y perfección en cuanto tenían delante de sí ¡Qué maravilloso es todo esto! Un paso de palio en la calle, humilde, modesto, pero para todos lo más maravilloso del mundo. El esfuerzo por consumar dicha realidad, fraguada en no demasiado tiempo, fue insaciable. Se luchaba contra las adversidades más elocuentes, la falta de liquidez económica en aquellos años de resurgir cofrade era la nota dominante y los hermanos la suplían con trabajo y entrega personal. las ocupaciones laborales se ponían al servicio de la hermandad y se llegaba a situaciones límite, hoy inimaginables.
Debido a mi corta edad, los recuerdos son sentimientos del alma, instantáneas de aquellos momentos, pues a pesar de haber transcurrido tan solo 25 años y de suponer mi bautizo oficial como cofrade, las imágenes se encuentran en blanco y negro, prueba inequívoca de la autenticidad del acontecimiento.
Jamás olvidaré el palio de malla rojo, la más que humilde candelería, los respiraderos de cinta, los gladiolos blancos en las esquinas, el pelo de la Candelaria, los sones de la Estrella de Alcalá de Guadaira...he ido cumpliendo años y se han ido sucediendo una tras otra salidas procesionales de la Madre Candelaria. Unas más brillantes intensas, otras discretas, otras inconclusas o incompletas aderezadas por el líquido elemento y aún me recreo en las imágenes que el papel bromo que entonces inmortalizó torpemente ayudándonos de una cámara fotográfica que también forma parte ya de la historia.
No quisiera pasar por alto varios momentos destacables más en mis bis a bis de adolescente con la Candelaria. para mí que la imagen fuera de autor anónimo o dieciochesca le proporcionaba un valor especial a mi devoción, pero a la vez un misterio no desvelado, comunicando desasosiego en un joven curioso e inquieto. Cuando la autoría y la datación salieron a la luz , mis intrigas se apagaron y un suspiro llenó de cercanía mi "amistad" con la Candelaria.
Otro momento rescatado del recuerdo fue cuando aún muy pequeño y junto a mi familia y otros hermanos del Huerto, viajamos a Sevilla, al taller de Manuel de los Ríos y a la basílica de la Macarena, con motivo de la ejecución de los respiraderos del paso de palio, que con tanta decicación y esfuerzo se lograron relizar, siendo aún el basamento ornamental el caminar de la Candelaria, rezumando historia de dos lustros.
Me llena de satisfcción el pensar que muchos de los hermanos del Huerto, jóvenes y protagonistas de entonces, son ahora personas maduras (entre ellos mis padres), para las cuales la Hermandad del Huerto fue, es y será algo importante en sus vidas para siempre.
Cuando el próximo Domiengo de Ramos, fiel a la tradición, haya nervios en casa horas antes de la salida, prepare con mimo y cuidado mi hábito nazareno, cruce mi querido Puente Romanoen busca de mi iglesia franciscana, me detenga a contemplar los pasos de mis titulares, se abran las puertas del bello templo, me dé un vuelco el corazón, y las lágrimas amaguen derramarse por doquier...Mª Stma. de la Candelaria saldrá de nuevo a las calles de Córdoba durante unas horas. Entonces el cielo estará más cerca que nunca para todos los hermanos del Huerto.
Existen aún multitud de retazos por rescatar del mundo de las ilusiones sostenidas, de ese lugar intangible donde cada uno de nosotros guardamos, a veces sin saberlo, lo mejor de nuestras vidas.
Rafael Fernández Bretones
(Artículo publicado en el boletín cuaresmal Getsemaní, con motivo de la 25ª salida procesional de Mª Stma. de la Candelaria).
Los recuerdos de aquella primera estación de penitencia más acumulados de nostalgia indeleble, de tristeza por el transcurrir implacable del tiempo, pero sobre todo de ilusión, la ilusión de un niño tocado en el corazón por una inmensa felicidad y que vivió muy de cerca los sentimientos de quienes, con todo el amor del mundo reflejado en una entrega obsesiva, preparaban esta, esa, aquella primera salida. Aquel Domingo de Ramos por la mañana, postrados delante de los pasos recuerdo los rostros extasiados de los hermanos agotados por el esfuerzo de última hora que veían, como una madre cegada en sus retoños, tan solo belleza y perfección en cuanto tenían delante de sí ¡Qué maravilloso es todo esto! Un paso de palio en la calle, humilde, modesto, pero para todos lo más maravilloso del mundo. El esfuerzo por consumar dicha realidad, fraguada en no demasiado tiempo, fue insaciable. Se luchaba contra las adversidades más elocuentes, la falta de liquidez económica en aquellos años de resurgir cofrade era la nota dominante y los hermanos la suplían con trabajo y entrega personal. las ocupaciones laborales se ponían al servicio de la hermandad y se llegaba a situaciones límite, hoy inimaginables.
Debido a mi corta edad, los recuerdos son sentimientos del alma, instantáneas de aquellos momentos, pues a pesar de haber transcurrido tan solo 25 años y de suponer mi bautizo oficial como cofrade, las imágenes se encuentran en blanco y negro, prueba inequívoca de la autenticidad del acontecimiento.
Jamás olvidaré el palio de malla rojo, la más que humilde candelería, los respiraderos de cinta, los gladiolos blancos en las esquinas, el pelo de la Candelaria, los sones de la Estrella de Alcalá de Guadaira...he ido cumpliendo años y se han ido sucediendo una tras otra salidas procesionales de la Madre Candelaria. Unas más brillantes intensas, otras discretas, otras inconclusas o incompletas aderezadas por el líquido elemento y aún me recreo en las imágenes que el papel bromo que entonces inmortalizó torpemente ayudándonos de una cámara fotográfica que también forma parte ya de la historia.
No quisiera pasar por alto varios momentos destacables más en mis bis a bis de adolescente con la Candelaria. para mí que la imagen fuera de autor anónimo o dieciochesca le proporcionaba un valor especial a mi devoción, pero a la vez un misterio no desvelado, comunicando desasosiego en un joven curioso e inquieto. Cuando la autoría y la datación salieron a la luz , mis intrigas se apagaron y un suspiro llenó de cercanía mi "amistad" con la Candelaria.
Otro momento rescatado del recuerdo fue cuando aún muy pequeño y junto a mi familia y otros hermanos del Huerto, viajamos a Sevilla, al taller de Manuel de los Ríos y a la basílica de la Macarena, con motivo de la ejecución de los respiraderos del paso de palio, que con tanta decicación y esfuerzo se lograron relizar, siendo aún el basamento ornamental el caminar de la Candelaria, rezumando historia de dos lustros.
Me llena de satisfcción el pensar que muchos de los hermanos del Huerto, jóvenes y protagonistas de entonces, son ahora personas maduras (entre ellos mis padres), para las cuales la Hermandad del Huerto fue, es y será algo importante en sus vidas para siempre.
Cuando el próximo Domiengo de Ramos, fiel a la tradición, haya nervios en casa horas antes de la salida, prepare con mimo y cuidado mi hábito nazareno, cruce mi querido Puente Romanoen busca de mi iglesia franciscana, me detenga a contemplar los pasos de mis titulares, se abran las puertas del bello templo, me dé un vuelco el corazón, y las lágrimas amaguen derramarse por doquier...Mª Stma. de la Candelaria saldrá de nuevo a las calles de Córdoba durante unas horas. Entonces el cielo estará más cerca que nunca para todos los hermanos del Huerto.
Existen aún multitud de retazos por rescatar del mundo de las ilusiones sostenidas, de ese lugar intangible donde cada uno de nosotros guardamos, a veces sin saberlo, lo mejor de nuestras vidas.
Rafael Fernández Bretones
(Artículo publicado en el boletín cuaresmal Getsemaní, con motivo de la 25ª salida procesional de Mª Stma. de la Candelaria).
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