"No conozco los designios de mi vida. No se si seré rico o pobre, si estaré enfermo o gozaré de una envidiable salud, desconozco en que lugar me encontraré o que manera moriré. Pero de lo único que estoy seguro, es que cada Domingo de Ramos me enfundaré mi túnica verde oliva, me dirigiré a mi querido templo franciscano, rezaré delante de tu brillante canasto, y cuando se abra ese enorme cancel y la luz se cuele por las rendijas de mi capirote, una vez más Señor mío, una vez más y por todos los años que tu quieras, mis ojos derramarán lágrimas por doquier".
Ad orientem... qué bonito.
ResponderEliminarcomprendo perfectamente la modernización de la liturgia, pero esto está lleno de sabor.
El altar de cultos me parece sencillamente...impresionante. Entrar en San Antonio Abad es entrar en el paraiso cofrade.
ResponderEliminarLo del altar de cultos, no tiene palabras. Es normal la modernización de la liturgia pero como reza el dicho, una vez al año no hace daño.
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