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sábado, 12 de marzo de 2011

Los meacolonias cofrades.

Y se puso el grito en el cielo ¡Un nazareno llevando de la mano a su hijo!
¡Imperdonable, execrable! ¡Casi constitutivo de excomunión!
Algúnos se alzan con el estandarte del buen gusto, añorando tiempos pasados en los que, no cabe duda de ello, nuestras cofradías estaban llenas de olor a naftalina y a inmovilismo. Algúnos creen que las cofradías son algo tétrico, como sus tétricas y tristes vidas. La inflexibilidad como seña de respeto, la norma rígida como instrumento del rigor más cerrajero e hilarante. Los "meacolonias", del Miserere, la capa para el cargo y el capiroteo cuaresmal.

Casi como si llevara diez años sin verlo, el nazareno cogió su mano y se transportó hacia aquellos sentimientos que un día le tocó vivir. Porque el nazareno, pasa sus minutos de soledad como días, esparciendo sus pensamientos a través de las rendijas del alma...hacia Sevilla y con su hijo. Así avanza cumpliendo el rito inexorable de la casta cofradiera.

Citando a un grande de grandes, "Si sabemos como va a acabar, ¿Pa qué nos vamos a poner tristes?"

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