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viernes, 1 de abril de 2011

Crisis de Valores


No podemos negar la evidencia de que las cofradías se retroalimentan del caldo de cultivo que la sociedad que les rodea va incubando. Las cofradías, desde el Omnium Sanctórum, son un reflejo bipolar de lo que la sociedad va gestando. Para bien o para mal, en un sentido o en otro, más caliente o más frío… siempre estuvimos inmersos en ese líquido social, principalmente porque nos nutrimos de las personas que lo integran.
Es evidente la tremenda crisis social por la que atraviesa la Civilización Occidental, una crisis de valores que ha deshumanizado al hombre y que el mismo Papa Benedicto XVI ha denunciado en su reciente visita a nuestro país. Hemos sido poderosos y fértiles económicamente hablando, pero lo que parecía el Alfa y Omega de nuestra razón de ser, no estaba sino disfrazado de cimiento firme e inexpugnable, resultando ser solo una triste capa de pintura que la humedad y el viento han acabado corroyendo.
Las cofradías, como elemento social, también han sufrido de esta enfermedad. No podemos negarlo, no podemos agachar la cabeza y escapar de la realidad.
Debemos afrontar la verdad para poder solucionar el problema. Durante todos estos años de pujanza económica, muchos han llegado a proclamar un estado de máximo esplendor de nuestras cofradías, arguyendo evidencias puramente estéticopatrimoniales.

La validez de esta tesis no ha tardado en desmoronarse, quedando demostrado que las cofradías se han dejado llevar por la cadencia social imperante, que a la larga nos ha perjudicado más que beneficiado.
Hemos crecido aumentando el capital humano, hemos abierto nuestras puertas a la gente, pero no la hemos hecho cambiar, no hemos cumplido con parte de nuestro cometido, de nuestra misión, no los hemos llamado a la Conversión. Sin embargo, nos hemos modelado a imagen y semejanza de los valores tipo de la sociedad, nos hemos mimetizado camaleónicamente para encontrar un nicho, un sitio en esa sociedad.
Debemos realizar un ejercicio de autocrítica y ponernos manos a la obra, reconstruyendo el cimiento más importante que las cofradías puedan tener: su patrimonio humano. Solo con un alto y exigente código moral y ético podemos salir de nuestra crisis económica al igual que solo reforzando el aspecto humano de
nuestras instituciones, podemos reforzar nuestras cofradías.
No es momento de optar por Tejera o por Salteras, no es momento de decidir que si rojo que si morado…no es momento de debatir capitalmente por eso. Aún siendo una parcela que debe seguir siendo cuidada, no debemos presentar este aspecto como urgente, sino como importante. Estamos sobrevolando sobre una encrucijada social que nos pide un análisis más complejo y detenido de nuestra realidad, un estudio detallado de nuestro entorno, de la comunidad de la que formamos parte.
Debemos introducir un capital humano que sea capaz de proponer un modelo a largo plazo, que fundamente los valores de la institución como patrimonio, no solo de la historia de la cofradía, sino también como parte de los pilares de la Iglesia Moderna. Y sobre todo, tenemos que reciclarnos para no languidecer, y esto pasa por insertar en nuestras instituciones personas que estén más preocupadas de lo que
ellos mismos pueden hacer por la cofradía, y menos por lo que la cofradía puede hacer por ellos.
Tenemos la obligación latente de llamar a la Conversión, y ejercer de elemento activo punto de apoyo de nuestra Iglesia en la sociedad. Solo así podremos regenerarnos y poder conseguir unas instituciones fuertes como la roca, desde los cimientos hasta el techo.

ELOY FERNÁNDEZ BRETONES

(Publicado en el boletín "Getsemaní" 2011 de la Hermandad del Huerto).

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