"No conozco los designios de mi vida. No se si seré rico o pobre, si estaré enfermo o gozaré de una envidiable salud, desconozco en que lugar me encontraré o que manera moriré. Pero de lo único que estoy seguro, es que cada Domingo de Ramos me enfundaré mi túnica verde oliva, me dirigiré a mi querido templo franciscano, rezaré delante de tu brillante canasto, y cuando se abra ese enorme cancel y la luz se cuele por las rendijas de mi capirote, una vez más Señor mío, una vez más y por todos los años que tu quieras, mis ojos derramarán lágrimas por doquier".
Esa capilla y tonalidad de cirios me resultan familiares...
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