lunes, 25 de abril de 2011
La Merced. Cuando el hábito manda.
¿Será la maravillosa cara de niña de D. Antonio, la carita mercedaria bajo palio azul? ¿Será por esa portentosa figura del Coronado de Espinas? ¿Será por su cuidada selección musical? ¿Será por el gustoso andar de sus cuadrillas? ¿Por el brillante y maravilloso canasto?
Que ellos dos me perdonen, pero nazareno soy. La Merced se deja ver de lejos con su hábito mercedario, testigos de la fé de un barrio, nada es más importante que un nazareno. Así es desde el Omnium Sanctorum; disciplinantes de fé, actores de la pasión, sin ellos esto sería una feria.
Con sus hábitos mercedarios de color crema, avanzan hacia el Colodro, conscientes que ni una imágen, ni otra ni el hábito ni un atributo ni otro son lo trascendental...conscientes de su condición sacramental.
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